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Ex presidentes

HISTORIA, 2ª parte

UN VERDADERO AMIGO ES QUIÉN TE TOCA LA MANO Y TE TIENDE EL CORAZÓN

Gabriel García Márquez

 

 DEDICATORIA

 

A Quinita:

Compañera inseparable, báculo firme que supo luchar al lado del maestro para realizar la gran obra.

 

Al Dr. Cesar León Flores González

Notable Caballero de la pediatría organizada de México

 

Al Dr. José Ignacio Madrigal Sepúlveda

Ejemplo y guía

 

 

CONTENIDO

 

Prólogo

 

Prefacio

 

Apuntes biográficos

 

La Sociedad de Pediatría de Nuevo León

 

El primer congreso de pediatría en Monterrey

 

El séptimo congreso nacional de pediatría

 

Archivo fotográfico

 

El Hospital Infantil de Monterrey

 

Los derechos del niño

 

Anecdotario

 

Epilogo

 

 

PRÓLOGO

 

   Después de una cuidadosa revisión del presente libro “Prócer de la Pediatría en Monterrey, Dr. Guillermo Siller Rodríguez” escrito por el Dr. Osvel Hinojosa y conociendo a fondo los antecedentes del querido maestro, en mi calidad de presidente ejecutivo de la Asociación Mexicana de Profesores de Pediatría extiendo con gusto mi más alta recomendación y el mejor aval para ésta presentación, seguro de que será un maravilloso ejemplo y ruta a seguir para los jóvenes que ahora se encargarán de velar por el bienestar de nuestros pequeños pacientes, deseando que sirva como un estímulo para seguir los pasos de tan distinguido maestro.

   Don Guillermo, el maestro, el educador, el amigo, el gran hombre orgullo de la pediatría no solo del estado de Nuevo León sino de toda la república mexicana, fue toda humildad, toda sencillez que encubría su grandeza.  Bujía que encendió el motor de tener un hospital infantil en Monterrey, nunca fue su director por razones políticas, aunque en el fondo de su alma siempre lo guió y hoy dentro de la institución todavía persiste su gran carisma, donde no solo se atiende de manera brillante a los niños sino que además ha formado a un gran número de pediatras que hoy siguen su camino de amor hacia los niños.

   Creo sinceramente que al Dr. Guillermo Siller Rodríguez se le debe considerar el padre de la pediatría de Nuevo León y me siento muy orgulloso de haber sido invitado a escribir el prólogo para este brillante homenaje que el Dr. Osvel Hinojosa se ha dignado expresar a través de este libro que Don Guillermo recibirá, donde se encuentre, con su eterna sonrisa y sencillez.

   Honor a quien honor merece, Don Guillermo, mi querido maestro, mi amigo, mi guía, sea usted bienaventurado ya que su ejemplo perdurará a través de los años teniendo siempre en mente lo que usted nos enseñó: “velar por la salud de los niños”

 

Dr. José Ignacio Madrigal Sepúlveda

Presidente – Asociación Mexicana de Profesores de Pediatría

 

 

PREFACIO

 

   Cuando vi a Compay II, el maestro cubano, con 95 años y su guitarra a cuestas, tocando un son, majestuoso, elegante, dueño del escenario, recordé al Dr. Guillermo Siller; así era él, subía a un escenario y con su mirada altiva, pero llena de amor, nos enviaba un hechizo en cada palabra.

Le conocí en la Sociedad de Pediatría de Nuevo León pronunciando un discurso, me impactó que a sus 70 años tuviera tanta fuerza en sus palabras para conmover al público.

   Hace tiempo Don Cesar (el Dr. Cesar león Flores), a propósito de mi relato sobre este libro, me comentó que la vida es injusta, llegan grandes hombres, luchan, se esfuerzan, realizan grandes o pequeñas obras y en dos o tres generaciones su nombre y su obra quedan en el olvido, al menos para la mayoría.

   Me puse a pensar seriamente en esta reflexión, ¿habrá sido un esfuerzo inútil todo lo que un personaje realizó en vida con tanto entusiasmo, tanto esfuerzo, tanto desgaste?

   Conocí personalmente al Dr. Siller y tuve el honor de compartir su amistad, constaté el ahínco con que guardaba sus escritos, sus fotografías, sus recuerdos; eran su tesoro. En una caja tenía los recibos y boletos de rifas que se hicieron cuando se disponía junto con un grupo de entusiastas amigos a construir un hospital para niños.

   La historia que se narra en este libro se basa en los escritos que dejó nuestro personaje, el escribió la historia, guardaba todos sus discursos; no fue difícil.

   Quinita accedió gentilmente a prestarme todos sus recuerdos; en este devenir he podido constatar cuanto lo amó, cuanto lo ama todavía.

    Agradezco a la Asociación Mexicana de Profesores de pediatría, que preside el Dr. Ignacio Madrigal, la oportunidad que me da de publicar este libro.

   Creo en base firme que el protagonista de esta obra, al igual que el Dr. Federico Gómez Santos o el Dr. Joaquín Cravioto Muñoz fueron humanistas de la medicina que supieron descifrar el enigma que dice: ¿porqué estamos aquí?; ellos se dedicaron en cuerpo y alma a realizar su obra sin importar si el nombre va a prevalecer o desaparecer en dos o tres generaciones; ellos al igual que Ignacio de Loyola creían que al realizar obras para la comunidad, no buscaban más recompensa que saber que hacían la voluntad de Dios

   Conociendo la labor desarrollada por el Dr. Guillermo Siller, sintetizada en estas páginas, estoy convencido que cuando su alma retornó a las alturas celestiales el Señor simplemente le dijo ¡MISIÓN CUMPLIDA!

 

Es tesoro – y no se acaba

No se me acaba – y lo gasto.

Traigo tanto sol adentro

Que ya tanto sol me cansa

 

Alfonso Reyes

 

 

   Monterrey, ciudad de grandes empresas, vive en los siglos XIX y XX un tremendo auge en todos los ámbitos de la vida social y cultural; provocando cambios, cosechando problemas propios del crecimiento y contando siempre con hombres de empuje, lideres que surgen dispuestos al trabajo arduo cuyos frutos se traduzcan en armonía entre el producto del cambio y la convivencia social.

   En Medicina ha sido tan rápido el avance en el conocimiento clínico, la destreza quirúrgica y las innovaciones tecnológicas que se antoja interesante reunir a las 3 ó 4 generaciones de médicos que están activos en la actualidad y pedirles que narren sus anécdotas, que mencionen los medios y dificultades por las cuales adquirieron el conocimiento de la medicina; ya veríamos las grandes diferencias de una generación a otra, diferencias que se producen en períodos muy cortos de tiempo. Todo cambia tan rápido que tenemos que adaptarnos continuamente y vivir una actualización que parece que nunca termina.

   Monterrey cambia y se transforma.

   En la época comprendida de 1930 a 1950 surge en Monterrey una serie de médicos entusiastas que enfocan su atención hacia el cuidado de los niños; estudian y se actualizan en el diagnóstico y la forma de curar las enfermedades infantiles; en esa época no existía la Pediatría como especialidad ni un sitio donde se dedicará una atención especial a la enseñanza de esta noble profesión, por lo que los interesados acudían a la ciudad de México a tomar cursos orientados a la especialidad y de regreso se entregaron de lleno a la actividad pediátrica en esta ciudad.

   Ardua labor implica citar los nombres de los ilustres médicos pioneros de la pediatría en Monterrey, de gran capacidad clínica; entre ellos surge un líder, un hombre de gran entusiasmo y dedicación que supo aprovechar el momento y la visión para reunir a este grupo de entusiastas y nobles pediatras para formar en 1948 la Sociedad de Pediatría de Nuevo León.

   Este notable médico que fue nombrado presidente de la primer mesa directiva de la sociedad es el Dr. Guillermo Siller Rodríguez, a quién recordamos con gran afecto los pediatras de todas las generaciones 50 años después.

   Regiomontano de corazón, pediatra por convicción, el Dr. Siller atendió a la niñez durante más de 50 años; con cariño se recuerda su consultorio por las calles de Tapia y Zuazua en el centro de Monterrey.

   Su ejemplo en el aspecto social de la atención a los niños perdura a través de los años en los profesionales de esta rama de la medicina integrados a la sociedad que él formó en compañía de otros entusiastas pediatras.

   Caballero del buen decir, orador nato, supo aprovechar los foros que la oportunidad médica le brindó para exponer con su fuerte y melodiosa voz los problemas que enfrentan los niños y la manera de resolverlos.

 

 

 

 

 

 

 

Yo no conocí en mi infancia

sombra, sino resolana.

 

Alfonso Reyes

 

 

 

Apuntes Biográficos

 

 

 

El Dr. Guillermo Siller Rodríguez nació en Monterrey, el 12 de febrero de 1910, en el pleno de la revolución mexicana. Sus padres fueron D. Francisco Siller y Doña Adela Rodríguez de Siller; fue el menor de 5 hermanos, siendo el único que estudió Medicina.

 

La educación primaria la realizó en el prestigiado colegio Justo Sierra, continuando su educación secundaria y preparatoria en el Colegio Civil del estado hasta 1928, año en que ingresa a la escuela de Medicina del Hospital Civil en Monterrey, graduándose el mes de abril de 1935 al cumplir 25 años de edad.

 

A la edad de 30 años decide formar una familia y se une en matrimonio con la Srta. Virginia Zambrano, compañera de toda la vida, muy entusiasta con la vocación de su marido; Quinita como le decimos cariñosamente, le acompañó en la mayoría de los eventos que se realizaron en el área de la pediatría, esposa fiel y amorosa participó activamente en la creación de la pediatría organizada de Monterrey y fue pilar invaluable para que su esposo realizará todas las obras que se echó a cuestas, de las cuales daremos cuenta en este libro.

 

La familia creció y pronto se vio nutrida por 3 hijos: Anabella, Guillermo y Virginia Martha quienes recuerdan con admiración y respeto a su padre.

 

Hombre inquieto, siempre atento al llamado social, desde muy joven mostró una tendencia inusual a dirigir organizaciones médicas, manifestando la necesidad de proyectarse hacia la sociedad.

 

En 1937, a los 27 años de edad, ingresa al Sindicato Neoleonés de Médicos Cirujanos que años después se convirtió en el Colegio de Médicos Cirujanos de Nuevo León; este cambio se dio a instancias de nuestro insigne personaje cuando fue presidente del organismo.

 

En esta época empieza a germinar en su mente la semilla de organizar eventos médicos, reuniones académicas verdaderas (decía él), invitando a distinguidos médicos de la ciudad de México a participar como profesores; esto le permite iniciar una serie de relaciones con los grandes de la Pediatría en México con quienes mantuvo una hermosa amistad durante toda su vida.

 

Años después, esta difícil actividad de reunir a educadores y educandos culmina en la formación de la Sociedad de Pediatría de Nuevo León.

 

En 1985, con motivo de sus 50 años de actividad profesional le fue organizado un homenaje en el seno de la Sociedad de Pediatría.  En esos días el director de la Facultad de Medicina de la UANL, Dr. José Mario Gutiérrez Zambrano, envió al Dr. Guillermo Siller una conmovedora carta de la cual hemos extractado lo siguiente:

 

“La labor del hombre entre más simple mas grande; cuando el hombre se presenta con la sencillez de su persona, ofreciendo lo que tiene pero al mismo tiempo poniendo a la disposición de los demás lo poco o mucho que posee, pero respaldado esto por el amor  en la acción, la obra que realiza es enorme y esta es una de las características que tienes, la sencillez de tus acciones. El sentido humano en tus actos, tu gusto por lo bello, tu gran afición por la música, te han dado esa sensibilidad especial de amor por el prójimo y si todo eso es respaldado con el apoyo y cariño que siempre te ha profesado Quina, indudablemente que te has de sentir satisfecho de tus logros en estos 50 años de ejercicio profesional”.

 

  Cuando leí esta carta, que amablemente me prestó la Sra. Zambrano, comprendí la esencia de su obra: Realizó grandes obras con amor y sencillez.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Aquel que con el arado desee prosperar,

 

debe sostenerlo o conducirlo al arar.

 

Benjamín Franklin

 

 

 

 

 

La Sociedad de Pediatría de Nuevo León

 

 

 

El siglo XX marca el rumbo definitivo para la atención de los niños en una forma organizada y con mejor calidad en Monterrey.

 

En 1916, el Dr. Eusebio Guajardo llega a nuestra ciudad después de haber realizado estudios pediátricos en Estados Unidos. Hombre de empuje, pronto llegó a ser director de la Facultad de Medicina donde crea la cátedra de Pediatría en 1926 siendo su profesor titular; los años siguientes fue seguido en esta actividad por los doctores Miguel Vera, Telésforo Chapa, Luis J. Treviño y Enrique V. Santos. En esta época el Dr. Guillermo Siller cursó los estudios de medicina recibiendo los conocimientos pediátricos de estos prestigiados maestros.

 

Aún cuando la pediatría fue bien aceptada en la comunidad médica, no hubo el impulso en esos años hacia una integración como sociedad y se mantuvo  como una cátedra más en la Facultad de Medicina.

 

Años después el Dr. Siller se preguntaba ¿porqué se detuvo lo que podría haber sido un movimiento pediátrico regional?, La respuesta la sabemos ahora, la historia le estaba esperando para que con su esfuerzo diera vida a la pediatría organizada de Monterrey.

 

Cuando fungió como presidente del Colegio de Médicos Cirujanos de Nuevo León (en esa época se llamaba  Sindicato neoleonés de Médicos Cirujanos) organizó la primera semana médica de México, un evento científico que él calificó como “quizá el más exitoso y el mas asistido  de cuantos hasta fecha se hayan celebrado en la ciudad de Monterrey”. A este evento asistieron notables médicos del país en calidad de profesores, entre ellos los distinguidos pediatras de la ciudad de México, el Dr. Mario Torroella y el Dr. Alfonso G. Alarcón quienes, al ver el entusiasmo del Dr. Siller por organizar eventos académicos y por su calidad de pediatra distinguido de la localidad, lo animaron a iniciar un movimiento destinado a organizar esta especialidad médica en Monterrey.

 

Durante varios años se reunió con los pediatras de la localidad motivando e invitando a todos ellos a reunirse periódicamente, hasta que  finalmente en 1948 se crea la Sociedad de Pediatría de Nuevo León que adoptó el lema “La salud del niño es la salud de la patria”.

 

En la primera reunión el seno de la asamblea decide por unanimidad que el Dr. Guillermo Siller Rodríguez fuera su primer presidente, un puesto merecido para quién fue su promotor.

 

En su discurso inaugural el recién instalado presidente expuso lo siguiente:

 

“...Con todo entusiasmo acaba de fundarse la Sociedad de Pediatría de Nuevo León, un conjunto de voluntades que lleva consigo estos deseos, que se ha impuesto esta decisión, que lleva el propósito de iniciar la cruzada por salvar al niño de nuestra provincia, porque sabe que el niño es como una rosa en botón, es como un tierno retoño que va creciendo y se va abriendo paso en marcha veloz hacia el porvenir de su patria, es nuestra patria, es el México brillante que esperamos viva y resplandezca en los días venideros”...

 

La primera mesa directiva de la Sociedad de Pediatría de Nuevo León quedo constituida de la siguiente manera:

 

Presidente, Dr. Guillermo Siller Rodríguez, Secretario, Dr. Rogelio González Rueda, Tesorero, Dr. Oliverio Serna Chapa, vocales, Dr. Ernesto Rangel Frías y Dr. Jesús T. González.

 

Es menester que nombremos a los miembros fundadores de la Sociedad de Pediatría de Nuevo León que se agregan a los nombres de la mesa directiva por el apoyo y entusiasmo que mostraron a través de los años; vaya un merecido reconocimiento para los Doctores Héctor González Guerra, Juan Antonio Margain, Heriberto Montemayor, Víctor M. Villarreal, Calixto Quiroga, Atilano Villarreal, Francisco Martínez y Martínez, Hernán Madero, Javier Fernández, Felipe García Guajardo, Héctor Cantú Garza y Baltazar Rodríguez Millán.

 

 El Dr. Guillermo Siller presidió la sociedad durante 4 años, trabajando activamente en la difícil tarea que se había echado a cuestas, tarea orientada principalmente a la labor del pediatra en la sociedad, con enorme preocupación por este aspecto de nuestra vida como lo expresó en su discurso inaugural:

 

...“Ninguna etapa de la vida del hombre es de tanta trascendencia y responsabilidad como la niñez, etapa tan cruelmente descuidada en nuestro medio, tan apáticamente olvidada, como si la integridad física y espiritual del hombre que ha llegado a la edad adulta no dependiera  indiscutiblemente de los cuidados que con esmero y escrúpulo haya tenido en las primaveras iniciales de su vida, y este abandono ha dejado un impacto que se ha señalado con caracteres indelebles en tantos infelices hogares de nuestro suelo patrio en donde el empobrecimiento material y espiritual de sus hijos han hecho acto de presencia”...

 

Estaba profundamente convencido de que la fuerza que toma el médico reunido en sociedad le permite luchar por mejorar las condiciones de vida de los niños; de tal manera arengó a sus compañeros pediatras con estas palabras:

 

“...hace falta que con todo valor y con toda entereza se señalen abiertamente los yerros de quienes se encargan de vigilar a la niñez de México, así sean padres de familia o maestros de escuela, autoridades gubernamentales o sanitarias; decir la verdad en todos los tonos y en todos los rumbos, sostenerla sin claudicaciones, ni desalientos; no debemos aspirar a una buena cultura ni a un legitimo progreso de una sociedad de la índole de la nuestra, sino cuando la verdad resplandeciente define todos nuestros actos, así lo exige la dignidad humana, así lo juramos al recibir en nuestras manos el diploma profesional...”

 

Así lo dijo y así lo hizo. Fue un luchador incansable, tesonero, de búsqueda incesante; años más tarde culminaron estas luchas con la declaración en el Estado de Nuevo León de los derechos del niño.

 

En estas circunstancias se formó la Sociedad de Pediatría de Nuevo León que ha trabajado sin interrupción durante 54 años (estamos en el 2002) y que se convirtió en Colegio de Pediatría de Nuevo León 40 años después (en el año 1988) siendo presidente el Dr. Osvel Hinojosa.

 

En una ceremonia especial, contando con el aval y presencia del presidente fundador Dr. Guillermo Siller, la Sociedad de Pediatría de Nuevo León se convirtió en Colegio de Pediatría de Nuevo León A.C.  En esta ocasión se entregó al Dr. Siller una presea y un fistol con esmeralda que lo identificó como presidente honorario del nuevo Colegio, en reconocimiento a su labor en pro de la niñez regiomontana. El nombramiento de Presidente honorario de la Sociedad le había sido conferido en 1975 durante la gestión como presidente del Dr. José de la Garza García.

 

El primer congreso de pediatría en Monterrey

 

 

 

La organización de una sociedad implica reuniones frecuentes y organización de eventos a tal magnitud que impacten en la evolución del conocimiento.

 

Desde su inició la Sociedad de Pediatría de Nuevo León supo adentrarse en el difícil camino de la pediatría organizada; con el entusiasmo que les caracterizaba, en septiembre de 1948 se realizó un importante evento bautizado como “Primer Congreso Regional de Pediatría”, con asistencia de personalidades médicas del sur de estados unidos y de la capital de la república.

 

Aquel novel grupo de entusiastas organizadores dirigidos por el Dr. Siller supo darle la dimensión necesaria al evento; como oradores contaron con la presencia de distinguidos profesores de Estados Unidos y de la ciudad de México.

 

Al primer congreso de pediatría en Monterrey asistieron más de 260 médicos acompañados de sus esposas. Se refiere que el congreso fue un éxito científico, profundamente satisfactorio y de gran proyección a la comunidad médica.

 

Además de la difusión del conocimiento en mesas redondas, conferencias magistrales y presentación de trabajos libres se logró el contacto con distinguidos pediatras que aceptaron gustosos acudir a la ciudad de Monterrey a compartir sus experiencias en el ramo de la pediatría; para el efecto, el incansable presidente de la sociedad tuvo la idea de organizar, una vez terminado el congreso, una serie de reuniones científicas cada tres meses, en las que participaron casi la totalidad del personal docente del Hospital Infantil de México durante los años de 1948 a 1952.

 

Estos eminentes profesores contribuyeron al engrandecimiento de la pediatría en nuestra ciudad; sus nombres forman parte de la historia en nuestro país y con gran respeto los nombramos como un homenaje a su humanitaria labor. Los doctores Mario Torroella, Federico Gómez Santos, Jesús Lozoya Solís, Jorge Muñoz Turnbull, Antonio Prado Vertiz, Hermilo Castañeda, Rafael Soto Allade, Jesús Álvarez de los Cobos, Rafael Ramos Galván, Fernando López Clarez, Rogelio H. Valenzuela, Fernando Latapí, Joaquín Cravioto, Rigoberto Aguilar Pico, Gustavo Gordillo, Joaquín de la Torre, Lázaro Benavides y tantos otros distinguidos pediatras que ocupan un lugar de honor en nuestra sociedad; con ellos el Dr. Siller llevó una gran amistad la cual aprovechó para impulsar el conocimiento de la pediatría en la ciudad de Monterrey.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El Séptimo Congreso Nacional de Pediatría en Monterrey.

 

 

 

El Dr. Guillermo Siller era infatigable cuando se trataba de organizar eventos pediátricos; su gran amigo y compadre el Dr. Francisco Padrón Puyou, presidente de la Sociedad Mexicana de Pediatría le encargó la difícil tarea de organizar en Monterrey el VII Congreso Nacional de Pediatría, evento que se llevó a cabo el 30 de abril de 1958 en el Casino Monterrey.

 

El Congreso recibió el apoyo del Gobernador del estado Lic. Arturo B. de la Garza quien estuvo presente en la inauguración y ofreció una recepción en el palacio de gobierno a todos los asistentes. Las compañías Mead-Johnson y Nestlé también tuvieron una participación muy activa en este evento.

 

El comité organizador del congreso contó con la desinteresada colaboración  de prestigiados pediatras de la localidad, los Drs. Hernán Madero, Víctor Manuel González, Rubén Valdez Zambrano, Felipe García Guajardo, Rogelio González Rueda, Fernando R. Lozano, Ricardo Ortiz, Javier Barragán, Oliverio Serna Chapa, Rubén de los Santos, Héctor Cantú Garza, Francisco Martínez y Martínez, Jesús T. González y Felipe Campuzano quienes dieron muestra de una gran capacidad de organización y lograron un evento de gran calidad.

 

En su discurso inaugural el Dr. Guillermo Siller pronunció las siguientes palabras después de los agradecimientos de costumbre:

 

“Sentimos una grata y profunda satisfacción al contemplar ante nuestros ojos el esplendoroso espectáculo de esta solemne sesión inaugural nutrida por las más selectas y distinguidas personalidades de nuestro mundo científico de México y de las naciones allende nuestras fronteras, que han venido desde lejanas tierras en compañía de sus familiares a fortalecer nuestro común afecto, a estrechar más nuestros lazos de amistad y de comprensión, mediante aquello que constituye la razón fundamental de nuestros congresos nacionales, el cariño profundo a nuestra niñez mexicana y el deseo ferviente de encontrar la fórmula que ha de poner a salvo a toda esa inmensa legión de pequeños seres humanos que viven los albores de su vida y en cuyos hombros gravita toda la gran responsabilidad de los destinos futuros de nuestra patria”

 

De su noble visión hacia los niños deriva la organización de conferencias, seminarios y mesas redondas en el congreso; la temática incluía los problemas trascendentes de la época: Mortalidad en la infancia, Diarreas agudas, problemas del metabolismo del agua, proteínas y electrolitos, paludismo, problemas de recién nacidos y prematuros, apendicitis y peritonitis, asma y cardiopatías congénitas.

 

Los conferencistas eran maestros destacados de la pediatría nacional; debe haber sido muy grato para los asistentes al congreso escuchar las disertaciones de maestros de la talla de los Drs. Rogelio H. Valenzuela, Ignacio Ávila Cisneros, Jesús Álvarez de los Cobos, Rafael Álvarez Alva, Eduardo Jurado García, Luis Torregrosa, Julio Manuel Torroella, y que podemos decir de Dn. Federico Gómez Santos, Rafael Ramos Galván, Joaquín Cravioto, Silvestre Frenk, Jesús Lozoya Solís, Ignacio Morones Prieto (Secretario de Salubridad y Asistencia en esa época), Antonio Prado Vertiz y otros ilustres médicos que acudieron a esta ciudad a compartir el conocimiento.

 

El Dr. Guillermo Siller no perdió la oportunidad de tocar en aquel discurso inaugural su tema favorito, la pediatría social:

 

“Nuestro propósito, distinguidas damas y apreciables compañeros médicos, no tan solo se concreta como es nuestro deber, a confinarnos en el marco académico de la investigación, el conocimiento y la enseñanza de toda la gran diversidad de problemas dentro del orden clínico, higiénico y terapéutico que afectan a nuestros niños, sino que pretendemos rebasar las fronteras de ésta disciplina médica y proyectarnos más allá, dentro de la órbita social, adentrándonos en el corazón mismo de los hogares de nuestra patria, para conocer a fondo la esencia de los tremendos problemas que están en constante acecho amenazando su salud y su vida, investigando en todos los rincones de nuestras ciudades y de nuestros pueblos, haciendo a un lado su rango social y su posición económica”

 

El aspecto social se tocó en la primera mesa redonda llamada MORTALIDAD EN LA INFANCIA y en una mesa especial llamada NEUROPSIQUIATRIA INFANTIL; al respecto comenta:

 

“Es necesario conocer a fondo entre otros ese tremendo problema que ha sido la constante preocupación de todas las clases sociales de México: la mortalidad infantil que si por fortuna no tiene las alarmantes cifras que se presentaban en años anteriores, sí consideramos que en la actualidad constituye una razón fundamental para meditar profundamente el problema. ¿Qué razón hay para que mueran tantos niños en México?, ¿Por qué hemos de contemplar este panorama sombrío con indiferencia a sabiendas de que estamos enfrente de un auténtico drama nacional que esta enlutando a tantos hogares en nuestra patria?. Nosotros pensamos que este solo capítulo es motivo suficiente para reunir a representativos de todas las clases sociales, gobiernos y la clase médica-pediátrica a fin de discutir, estudiar y apuntar las soluciones más urgentes”.

 

La amistad era un don que formaba parte de nuestro personaje, todo mundo lo recuerda por su sencillez y facilidad para hacer amigos, sin importar edades.

 

En 1978, el Dr. Federico Gómez se disponía a publicar en un libro la historia de la pediatría en México y envió una carta al Dr. Siller para que escribiera la historia del desarrollo y proyección de la pediatría en el estado de Nuevo León; de esta carta hemos extraído estas palabras que son históricas:

 

...”nuevamente una actitud desinteresada, altruista y generosa nos une a usted y a mí, inspirados en nuestra devoción a la niñez de México y a la ciencia pediátrica. Tengo la esperanza de que el derrumbe de los años no se interponga en mi último intento de ser útil a la causa pediátrica de nuestro país, con la ayuda de los viejos maestros como usted, de esta disciplina, aún dispersos en el país, pero alertas para todo trabajo constructivo; estamos seguros los de la comisión editora que logremos realizar una historia que interese a las nuevas generaciones médicas con la valiosa cooperación de ustedes”...

 

El proyecto del Dr. Federico Gómez no vio frutos en un sentido inmediato, años más tarde en San Luis Potosí, el Dr. Francisco Padrón Puyou, pediatra de la vieja guardia, contemporáneo y gran amigo del Dr. Siller completó estas memorias que fueron editadas y publicadas con el nombre de Historia de la Pediatría en México por los doctores Silvestre Frenk e Ignacio Avila Cisneros; en esta importante obra que narra la evolución del cuidado de los niños en el país, nuestro personaje escribió el capítulo correspondiente a la historia de la pediatría en Nuevo León.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pagina en que debe incluirse la fotografía num. 1

 

Al calce de esta fotografía debe decir lo siguiente:

 

Ingreso a la Academia Mexicana de Pediatría

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pagina en que debe incluirse la fotografía num. 2

 

Al calce de esta fotografía debe decir lo siguiente:

 

Matrimonio con la Srta. Virginia Zambrano

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pagina en que debe incluirse la fotografía num. 3

 

Al calce de esta fotografía debe decir lo siguiente:

 

Familia Siller Zambrano en su domicilio

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pagina en que debe incluirse la fotografía num. 4

 

Al calce de esta fotografía debe decir lo siguiente:

 

En el consultorio, recinto donde atendió a los niños de Monterrey durante más de 50 años.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pagina en que debe incluirse la fotografía num. 5

 

Al calce de esta fotografía debe decir lo siguiente:

 

Reunido con notables pediatras del Hospital Infantil de México

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pagina en que debe incluirse la fotografía num. 6

 

Al calce de esta fotografía debe decir lo siguiente:

 

Acto inaugural del Séptimo Congreso Nacional de pediatría presidido por el Gobernador del Estado Lic. Arturo B. de la Garza.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pagina en que debe incluirse la fotografía num. 7

 

Al calce de esta fotografía debe decir lo siguiente:

 

Con dotes innatas de orador, aprovechó todos los foros de la vida pediátrica para manifestar sus inquietudes acerca de los problemas sociales del niño

 

Foto: Inauguración del VII Congreso Nacional de Pediatría

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pagina en que debe incluirse la fotografía num. 8

 

Al calce de esta fotografía debe decir lo siguiente:

 

Con el gobernador del estado de Nuevo León y

 

distinguidos pediatras visitantes al VII Congreso

 

Nacional de Pediatría

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pagina en que debe incluirse la fotografía num. 9

 

Al calce de esta fotografía debe decir lo siguiente:

 

Asistentes al VII Congreso Nacional de Pediatría

 

Efectuado en Monterrey el 30 de abril de 1958.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pagina en que debe incluirse la fotografía num. 10

 

Al calce de esta fotografía debe decir lo siguiente:

 

José Ma. Rodríguez – Serapio Muraira – Oliverio Serna Chapa – Guillermo Siller – Irma Aguirre

 

Roberto Sepúlveda –- Rubén de los Santos – Néstor Guerra Zambrano- Rogelio González Rueda  - Artemio Zambrano -  Francisco Martínez  Jorge Garza Taméz – Jesús T. González –

 

Cesar Cantú

 

Hernán Madero – Juan A. Margain - Celedonio Garza y otros miembros de la Sociedad en 1958.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pagina en que debe incluirse la fotografía num. 11

 

Al calce de esta fotografía debe decir lo siguiente:

 

Con el Dr. Francisco Padrón Puyou de San Luis Potosí, compañero de lucha en favor  de la Pediatría organizada de México.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pagina en que debe incluirse la fotografía num. 12

 

Al calce de esta fotografía debe decir lo siguiente:

 

Saludando al Lic. Eduardo Livas Villarreal, quién fue Gobernador del estado de Nuevo León

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pagina en que debe incluirse la fotografía num. 13

 

Al calce de esta fotografía debe decir lo siguiente:

 

Recibe homenaje de agradecimiento de la Sociedad de Pediatría de Nuevo León siendo presidente el Dr. José Morales Garza.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pagina en que debe incluirse la fotografía num. 14

 

Al calce de esta fotografía debe decir lo siguiente:

 

Pose inconfundible, mirada altiva y el cigarro en la mano.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pagina en que debe incluirse la fotografía num. 15

 

Al calce de esta fotografía debe decir lo siguiente:

 

Recibe un reconocimiento del Dr. Cesar León Flores por su participación en el XII congreso Nacional de Pediatría, realizado en la Ciudad de Monterrey

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pagina en que debe incluirse la fotografía num. 16

 

Al calce de esta fotografía debe decir lo siguiente:

 

Concierto con el serrucho musical, fino

instrumento en el cual tocaba música

 

clásica y tradicional de la época.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pagina en que debe incluirse la fotografía num. 17

 

Al calce de esta fotografía debe decir lo siguiente:

 

Siempre presente en los eventos de la Sociedad de Pediatría participó en el cambio de Sociedad a

 

Colegio de Pediatría de Nuevo León.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pagina en que debe incluirse la fotografía num. 18

 

Al calce de esta fotografía debe decir lo siguiente:

 

A los 79 años con el Dr. Ignacio Ávila Cisneros y esposa, y con Quinita compañera inseparable.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Todo lo que sucede, sucede por una razón

 

Gabriel García Márquez

 

 

 

El Hospital Infantil de Monterrey

 

 

 

El acta constitutiva de la recién creada Sociedad de Pediatría de Nuevo León contenía como razón fundamental por la que se formó la sociedad, la creación de un hospital para la atención de niños.

 

Desde los primeros contactos con los pediatras del Hospital Infantil de México el rumbo de la Sociedad de Pediatría de Nuevo León se orientó a la creación del Hospital Infantil de Monterrey; obvio es decir que el Dr. Guillermo Siller fue el motor de este importante proyecto, era su obsesión, anhelaba a toda costa que los niños de Nuevo León pudieran atenderse en un hospital exclusivo para niños.

 

En 1955 se crea por decreto de ley el patronato pro-Hospital Infantil de Monterrey presidido por nuestro personaje, figurando como secretario el Dr. Hernán B. Madero y como tesorero el C.P.T. Don Ramón Cárdenas Coronado.

 

Para el efecto logró conjuntar esfuerzos  con sus compañeros del club Rotario Monterrey, obteniendo de cada uno de los socios $1,000 pesos de la época.

 

Este grupo entusiasta de nobles caballeros se lanzó a la difícil tarea de recabar fondos para la realización de esta magna obra, para lo cual llevaron a cabo funciones de teatro, rifas de cuadros pictóricos y otra serie de actividades que requerían el esfuerzo extra de la venta de boletos y la invitación de amigos y familiares a participar de esta noble empresa. Desconozco el monto de la suma que se logró reunir, pero se refiere que era suficiente para iniciar la cimentación de la obra para después continuar el resto con mayor esfuerzo y sacrificio. El entusiasmo era grande y se decidió solicitar el apoyo del gobierno.

 

En el discurso inaugural de toma de posesión como presidente de la Sociedad de pediatría de Nuevo León, el Dr. Siller había expresado:

 

“... imposible pasar por alto una de las aspiraciones máximas de nuestra agrupación, la creación del Hospital del niño en Nuevo León, si logramos realizar esta magna obra, si logramos ver cristalizado este propósito, habremos apuntado con letras de oro una de las páginas más bellas de nuestra sociedad...”

 

Aquel anhelo se cumplió 14 años después, aunque diferente a lo planeado por aquellos entusiastas pediatras en 1948.

 

En 1956, siendo presidente de la república el Lic. Adolfo Ruiz Cortínez los miembros del patronato acuden a la ciudad de México con el secretario de salubridad y asistencia a ofrecer la cantidad reunida para la obra; el secretario no aceptó el gentil ofrecimiento argumentando que no había presupuesto en el sexenio para el Hospital Infantil de Monterrey y les sugirió que devolvieran las aportaciones que habían hecho los particulares, lo cual se realizó al regresar a la ciudad de Monterrey.

 

En 1961 surge un nuevo líder en la Sociedad de Pediatría de Nuevo León; siendo presidente de la sociedad, el Dr. Jorge Garza Taméz, cirujano pediatra, médico muy humano y de gran corazón retoma la propuesta original y pide audiencia al presidente de la república Lic. Adolfo López Mateos, solicitando la edificación del Hospital Infantil de Monterrey; treinta días después el Lic. Eduardo Livas Villarreal candidato electo a la gubernatura del estado anuncia la construcción de este hospital por parte de la Secretaría de Salubridad y Asistencia como primera obra de su gobierno.

 

La inauguración oficial del Hospital Infantil se realiza el 10 de mayo de 1963, haciendo la entrega oficial la Sra. Eva Samano de López Mateos y así culmina uno de los más preciados anhelos de la Sociedad de Pediatría de Nuevo León y en particular del Dr. Guillermo Siller.

 

Como anécdota encontramos que el primer residente de pediatría en este flamante hospital infantil fue el Dr. Gilberto Méndez Jara, siendo sus médicos internos el Dr. Rogelio Rodríguez Bonito y el Dr. Aquiles Quiroga; ellos han contribuido en forma importante a engrandecer la pediatría en nuestro estado.

 

El dinero que el patronato reunió con las actividades realizadas, exceptuando las aportaciones voluntarias que fueron devueltas a sus dueños, se depositó en una institución financiera; la cantidad se duplicó y se mantuvo hasta que un buen día el C.P. Don Ramón Cárdenas Coronado sugirió al Dr. Siller que se donara al Hospital Infantil para la construcción de un auditorio totalmente equipado y climatizado, acto que se efectuó en 1971 con una aportación de $420,000 pesos. Con esta acción culminó el patronato la actividad hacia el Hospital Infantil de Monterrey.

 

Los azares del destino y de la política no permitieron que ninguno de los dos hombres que lograron que hubiera un Hospital Infantil en Monterrey dirigieran el nuevo nosocomio después de su terminación, nos referimos a los Drs. Guillermo Siller que contaba con 53 años de edad y el Dr. Jorge Garza Taméz.

 

Tocó el honor al Dr. Roberto Sepúlveda Flores dirigir al Hospital Infantil en sus primeros años, siendo de importancia consignar que años después el Dr. Jorge Garza Taméz fue un brillante director del mismo.

 

El 10 de mayo de 1993, durante la presidencia del Colegio de Pediatría de nuevo León por parte del Dr. Juan Antonio Rodríguez Ledezma, siendo director del Hospital Infantil de Monterrey el Dr. Antonio Muraira Gutiérrez, se realizó una ceremonia especial para dar nombre al auditorio del hospital.

 

El evento fue conducido por el Dr. Cesar León Flores quién leyó las siguientes palabras en presencia del Dr. José Cavazos López, de la Sra. Virginia Zambrano Vda. de Siller, de sus hijos Anabella, Guillermo Javier, Virginia Martha Siller Zambrano y de distinguidos invitados:

 

“Hoy día 10 de mayo de 1993, reunidos en este Hospital Infantil de Monterrey, con motivo de la develación de la placa con el nombre del ilustre Sr. Dr. Don Guillermo Siller Rodríguez en el auditorio que a partir de hoy lleva su nombre. El Colegio de Pediatría de Nuevo León por mi conducto y especial encargo de su presidente el Dr. Juan Antonio Rodríguez Ledezma, así como la membresía que lo integra, nos sentimos orgullosos de participar en este acto, en el que se honra la memoria del Sr. Dr. Don Guillermo Siller Rodríguez presidente honorario del Colegio de Pediatría de Nuevo León... distinguidas personalidades reunidas en este magnifico auditorio del Hospital Infantil de Monterrey es muy necesario y útil recordar y honrar la memoria de hombres como él, porque su ejemplo es como una llama ardiente, viva a perpetuidad, para estímulo e inspiración de todos aquellos médicos pediatras que tienen bien puesto en su mente y su corazón los grandes valores de la vocación profesional, así como la de servir a sus semejantes, especialmente a los niños en los que se debe tener toda la fe, como se tiene en Dios.

 

A la Sra. Doña Virginia Zambrano de Siller nuestra gratitud y reconocimiento por el apoyo al maestro Dr. Siller,  por el intenso amor con que le correspondió siempre; son un ejemplo de que los mayores triunfos en la vida y trayectoria de nuestro homenajeado, son triunfos de los dos como ejemplar pareja en matrimonio.

 

A los hijos y familiares del maestro Dr. Don Guillermo Siller Rodríguez, les felicitamos y admiramos por que tienen el mejor ejemplo que seguir y a partir de hoy una forma mas de perpetuar la vida y trayectoria del ilustre hombre, hijo, esposo, padre, maestro y benefactor de la niñez de nuestra comunidad, al develar esta placa alusiva a su reconocimiento y memoria”

 

De esta forma se rinde homenaje al hombre que lucho por un ideal y supo darle la dimensión necesaria a su obra.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La salud del niño es la salud de la patria

 

Colegio de Pediatría de Nuevo León

 

 

 

 

 

Los Derechos Del Niño

 

 

 

Hombre de gran sensibilidad, supo captar las necesidades de su tiempo; los problemas que los pediatras enfrentaban en su practica diaria fueron tema de sus conferencias y los expuso en toda oportunidad que se presentó de pararse frente a un auditorio. Erudito en la labor social del pediatra, imprimía gran fuerza a sus mensajes invitando a sus colegas a cubrir todos los aspectos de la vida de los niños; de uno de sus discursos extractamos lo siguiente:

 

“ Solo les pido que en cuanta oportunidad tengan, en el anchuroso camino de sus vidas, tiendan su mano generosa a cualquier niño, cualesquiera que sea su condición y ayudenlo a encontrar su camino, solamente encontrarlo, ya que el, en el horizonte de su vida se encargará de realizarlo” y acto seguido citaba a Machado en sus inmortales palabras: “caminante no hay camino, se hace camino al andar”.

 

Caballero del buen decir, el Dr. Siller tenía una voz fuerte, poderosa, que llegaba profundo. Siendo presidente de varias organizaciones tuvo la oportunidad de expresar sus inquietudes como ser humano y como pediatra; estaba convencido de que además del conocimiento de las enfermedades del niño y su tratamiento, el médico pediatra debe cubrir un campo mas amplio; en tal sentido decía a sus colegas :

 

“…de sobra ustedes saben que ninguna etapa de la vida humana se considera de tanta trascendencia y de tanta responsabilidad como el estadio primario del desarrollo del ser humano: carácter, personalidad, conducta, afectividad, disciplina y en general el estado psico-biofísico integral…”

 

La evolución de su pensamiento conforme se sumergía en el conocimiento de los aspectos sociales de la pediatría lo llevó a estudiar a fondo los derechos del niño.

 

En 1977 escribió un artículo muy interesante llamado Deontología médica el cual fue publicado en el boletín de la Academia Mexicana de Pediatría; en esta publicación, el Dr. Siller explica y hace énfasis en que la deontología estudia los deberes, en particular los de una actividad especifica; deberes que son el cumplimiento de una obligación contraída ante la sociedad a la que siempre está dispuesto a servir en forma incondicional, y esto se acrecienta cuando se trata del ejercicio de la medicina, en donde la capacidad humanística del hombre, debe estar prendida a su alma con caracteres indisolubles…

 

Le preocupaba la socialización de la medicina, no por su falta de alcance ya que estaba convencido que de esta manera se podría llevar la salud a todos los estratos sociales, sino por la deshumanización de la medicina, lo cual consideraba un error, no por culpa del hombre, sino del tiempo; al respecto escribió lo siguiente:

 

“…tenemos que aceptar como un hecho que estas nuevas formas en el ejercicio de la medicina no se han escapado de los números y de las computadoras electrónicas, en donde el derechohabiente es un simple número y el médico en turno que lo atiende es otro número de menos guarismos…”

 

Coincidía con el pensamiento de Florencio Escandó, ilustre médico argentino quién escribió unas hermosas palabras que le impactaron  profundamente ya que le cita en sus escritos; consideramos conveniente incluir estas palabras porque reflejan fielmente lo que el Dr. Siller deseaba dejar en nuestra conciencia:

 

“el médico que se adentra en el campo del niño, requiere condiciones especiales en su estado anímico, no ha de querer superficialmente al niño, sino ver en el al hombre, del que el niño es cifra y resultado, a veces triunfo, a veces fracaso, a veces esperanza, a veces desencanto; y ha de respetar en su paciente un tremendo coeficiente de misterio y de devenir.

 

Quién no entiende de un modo vivo, real y positivo que el niño no es solo una presencia sino también una continuidad, que va de niño a puber, de puber a adolescente hasta llegar a la fase de ancianidad, no debe considerarse como tal si no lleva en si mismo el concepto autentico de la verdadera pediatría”

 

Hombre culto, lector ávido, investigador nato de los fenómenos sociales, fue reuniendo en su mente todos los aspectos de la vida de los niños que impactaban su conciencia y le permitían ver la realidad de una manera diferente al médico que se adapta a su ambiente, que enfoca su diario vivir a la salud física del niño enfermo, que realiza su trabajo en forma eficiente pero cierra los ojos al entorno familiar y social de los niños, conciente de que es difícil muchas veces cambiar una sociedad que se sumerge en un mundo material y conflictivo.

 

El Dr. Siller sabía que el médico pediatra desatiende en forma inconsciente el entorno social del niño del cual forma parte y no profundiza adecuadamente en ello por las dificultades que implica; al respecto escribió lo siguiente:

 

“¿habremos cumplido como médicos nuestra verdadera función? ¿habremos ennoblecido nuestras conciencias con la satisfacción del cumplimiento de este sagrado deber? ¿habremos tenido presente durante el ejercicio de nuestra profesión el código de los derechos del niño?, promulgado en Ginebra desde el año de 1923 y que suponemos tiene y debe tener vigencia universal y en el que mucho de este contenido tiene gran responsabilidad el médico, cualesquiera que sea su especialidad para su debido cumplimiento”

 

Una vez que expresaba con fuerza estas palabras hacía una pausa y decía:

 

“los derechos del niño deben conocerlos todos ustedes y he de distraerlos un minuto para dar lectura a ellos:

 

1º - El derecho de nacer, respetando su evolución desde el momento de la

 

      concepción hasta el nacimiento.

 

2º - El niño tiene derecho a ser protegido, excluida toda consideración de

 

      raza, de nacionalidad y de religión.

 

3º - El niño tiene derecho a ser ayudado, pero siempre respetando la

 

       integridad de la familia.

 

4º - El niño tiene derecho a ser puesto en condiciones favorables para

 

      realizar su desarrollo físico, moral y espiritual.

 

5º - El niño que tiene hambre tiene derecho a ser alimentado; el enfermo

 

       atendido cualquiera que sea su condición socio-económica; el

 

       retrasado  debe ser ayudado; el inadaptado social debe ser reeducado;

 

      el huérfano y abandonado debe ser socorrido tanto por el estado como

 

        por  los particulares.

 

6º - El niño debe ser el primero en recibir socorro en caso de calamidad

 

       pública.

 

7º - El niño tiene derecho a ser beneficiado integralmente como medida de

 

      seguridad y prevención sociales. Debe ser puesto en condiciones de

 

      ganar su propia subsistencia cuando llegue a mayor y protegido contra

 

      toda clase de explotación.

 

8º - El niño tiene derecho inaplazable de recibir instrucción primaria y

 

       secundaria.

 

9º - El niño tiene derecho a ser educado en el seno de su hogar o del hogar

 

       substituto inculcándole el sentimiento del deber, que debe tener para

 

       prodigar sus mejores cualidades al servicio de la humanidad.

 

10º- La sociedad y el estado tienen la ineludible obligación de hacer que se

 

        respete el derecho que el menor posee de ser protegido contra la

 

        drogadicción, la pornografía, la malvivencia y contra todos aquellos

 

        elementos que en forma directa o indirecta, atenten contra su salud

 

        física, moral y espiritual.

 

El 21 de mayo de 1976 se realiza en el seno de la Sociedad de Pediatría de Nuevo León una asamblea para defender los derechos del niño siendo presidente de la sociedad el Dr. José Ignacio Madrigal Sepúlveda. En esta asamblea expuso el Dr. Guillermo Siller un interesante mensaje que tituló “EXPOSICION DE MOTIVOS”; en el hace remembranza de la primera asamblea realizada 23 años antes (1953), de la cual surgió la proclamación del Código de los derechos del niño en nuestro estado y un proyecto de Ley orgánica del Instituto estatal de protección a la infancia; al respecto menciona lo siguiente:

 

“…Se movieron las almas, se sembraron inquietudes y, sobre todo, se despertó en la conciencia de los padres de familia de todos los estratos sociales el deber ineludible de prodigar lo mejor de sus esfuerzos en la protección y conservación de la salud física, moral, espiritual y social de sus hijos, defendiendo por todos los medios a su alcance su vida, su dignidad y su felicidad…”

 

Relata el Dr. Siller que los beneficios que observaron con estas acciones fueron sustancialmente enfocados a tres áreas:

 

1.     Los padres llevan y exigen la vacunación de sus hijos

 

2.     Se observa una mejor alimentación infantil

 

3.     Se llevan a cabo los principios fundamentales de la higiene física y

 

     mental de los niños en las primeras etapas de la vida.

 

Para 1976 la principal preocupación del Dr. Siller era la incidencia cada vez mayor de malvivencia, drogadicción, pornografía, un número creciente de niños menores infractores y el clima de perversidad  que avanza como un cáncer, provocando el derrumbe de los valores que otrora fueron el baluarte secular del niño mexicano.

 

Ante esta terrible situación y la impotencia de luchar solo contra esta adversidad social alza la voz y dice en su emotivo discurso:

 

“¿Cual va a ser, señores y señoras, el futuro de estas nuevas generaciones sobre cuyos hombros debe gravitar todo el peso y la responsabilidad de los destinos futuros de la patria?.

 

 Es por eso que nuestra sociedad pediátrica, que desde su fundación hace 28 años no tiene otro propósito que el de velar por la salud integral de la niñez, se siente, repetimos, hondamente preocupada por esta serie de hechos negativos, atentatorios y lacerantes que tanto están afectando la salud psico-física y social del niño mexicano y se lanza en esta cruzada histórica a la defensa de los derechos del niño”

 

El trabajo en la asamblea fue arduo y de profunda discusión, se expusieron los derechos del niño poniendo un énfasis especial en el décimo punto que expresa lo siguiente:

 

“La sociedad y el estado tienen la ineludible obligación de hacer que se respete el derecho que el menor posee de ser protegido contra la drogadicción, la pornografía, la malvivencia y contra todos aquellos elementos que en forma directa o indirecta atenten contra la salud física, moral y espiritual”.

 

Los conceptos vertidos durante esta asamblea de 1976 fueron tan prolíficos que el Dr. Ignacio Madrigal se dio a la tarea de redactar una solicitud al gobierno del estado para la creación del Consejo Tutelar para menores, lo cual consiguió poco tiempo después y actualmente funciona de una manera muy eficiente.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ANECDOTARIO

 

 

 

En el diario y cotidiano vivir, nuestras acciones, ideas, participaciones en público, hazañas y tantas otras cosas que realizamos se convierten finalmente en anécdotas, que expresan cual es realmente nuestra participación en el mundo, nuestra manera de ser, el esquema de vida que los demás conjeturan acerca de nosotros.

 

Exceptuando las obras que realizó nuestro personaje en el ámbito social de la pediatría y su función como médico muy querido por los enfermos, no son muchas las anécdotas que se puedan contar en la vida del Dr. Guillermo Siller, quizá a Quinita su esposa le dio pena narrarnos cosas íntimas y solo nos contó algunos aspectos de su vida cotidiana.

 

De tal modo y aunque son escasas incluimos aquí algunos anécdotas que muestran su personalidad.

 

 

 

 

 

ALTANERO

 

En la época y en el medio en que se desenvolvía, Guillermo Siller tenía contacto en varios ámbitos de la sociedad médica con distintos personajes; refiere la Sra. Siller que algunas personas decían que su esposo era muy altanero por su manera particular de mirar; si observamos con detenimiento las fotografías es fácil darse cuenta de esto; Memo (como le decía cariñosamente) se mostraba con la cabeza en alto y la cara inclinada porque padecía de una miopía extrema y acomodaba la cabeza para ajustar la visión. Si aunamos a esto que siempre era acompañado de un cigarro, la imagen que proyectaba nuestro personaje era muy peculiar como señalaban algunas personas; no obstante, cuando se entablaba una conversación con él, o cuando pronunciaba un discurso, su elocuencia y la nobleza de sus sentimientos cambiaban esa impresión, porque además era una persona muy agradable y servicial.

 

 

 

EL GENERAL LOSOYA

 

 

 

Hemos mencionado previamente que la participación de nuestro personaje en la organización de la pediatría le llevó a conocer a hombres ilustres de este ámbito, uno de estos personajes fue el Gral. Jesús Losoya Solís, médico militar, cirujano pediatra, quien fundó la Confederación Nacional de Pediatría de México que actualmente está integrada con la mayoría de los organismos pediátricos del país.

 

Nuestro personaje llevó gran amistad con el Gral. Losoya, quién tenía un carácter muy especial y gustaba de provocar discordia en sus charlas; en una ocasión asistieron en compañía de sus esposas a una cena en la casa del Dr. Jaime Rodríguez Villarreal quién era presidente de la Sociedad de Pediatría y en poco tiempo se animó la plática; el Dr. Losoya comenzó a hablar en contra de la religión en tono un poco fuerte, entonces el Dr. Siller se puso de pie y le pidió que se callara ya que había damas presentes procediendo a ponerle unas galletas en la boca lo que provocó que se calmara la situación y obviamente cambiara el rumbo de la plática.

 

(Anécdota narrado por el Dr. José Ignacio Madrigal)

 

 

 

 

 

EL OIDO MUSICAL

 

La naturaleza no le dotó con el poder de una buena vista, pero tuvo un exquisito y muy fino oído musical.

 

Nos relata Quinita que cuando joven nuestro personaje vivía en la calle Washington; un vecino, el Sr. Canales, abogado de profesión mandó traer de Estados Unidos un instrumento muy peculiar para que sus hijos se interesaran por la música; un serrucho musical era el mágico instrumento que sedujo desde que lo vio al joven Siller. Como los hijos del Sr. Canales no se interesaron por el fino instrumento lo regaló a nuestro personaje quién entusiasmado se dispuso a sacar bellas notas. Le gustaba la música clásica, no tuvo un estudio formal de música pero de oído sacaba melodías en piano y muy pronto en su famoso serrucho musical que le dio fama entre amigos y familiares ya que ofreció varios conciertos referidos como muy bellos por Quinita; interpretaba Estrellita de Manuel M. Ponce, Torna Sorrento, trozos de opera y algunos clásicos italianos y era el invitado especial en las reuniones de la época. En una de estas reuniones el Dr. Siller de 30 años de edad, acompañó a una hermosa joven que declamó en una fiesta de presentación en sociedad de otra joven; la joven declamadora era Virginia Zambrano (Quinita) quién flechó a nuestro personaje iniciando un noviazgo que culminó en matrimonio tiempo después.

 

El serrucho musical tiene tal forma, pero no es un serrucho, se refiere que da notas muy bellas.  Además de este instrumento se fascinaba tocando piano y órgano, el cual todavía se conserva en casa de la familia Siller.

 

En una quinta ubicada en San Francisco (Santiago NL), refugio de los fines de semana, tocaba una marimba que compró en la ciudad de México obteniendo buenos acordes y melodías; era su deleite.

 

Le fascinaba la opera y todo lo relacionado con la cultura de la música, refiriéndonos Quinita que en un viaje a Buenos Aires se hizo amigo de Anibal Toilo, maestro argentino de la música que tocaba en forma extraordinaria el mandoleón.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Feliz el hombre a quien al final de la vida no

 

le queda sino lo que ha dado a los demás.

 

Armando Fuentes Aguirre (Catón)

 

Epílogo

 

 

 

El Colegio de Pediatría de Nuevo León cuenta actualmente con casi 1,000 agremiados que atienden a la población infantil del estado; existen seis hospitales en el sector privado y diez en el sector público donde se ejerce la pediatría, solo el Hospital Infantil de Monterrey da servicio exclusivo a niños y se ha mantenido durante casi 40 años con la misma filosofía con la que  fue pensado y creado, dar salud a los niños para dar salud a la patria.

 

El Dr. Guillermo Siller Rodríguez vibraba de emoción cuando se hacia alusión al amado Hospital.

 

Su vida fue muy transparente, cuando se acumularon los años el espíritu permaneció joven, siempre joven. Nunca dejó el cigarro o el cigarro nunca le dejó y después de muchos años de mutua compañía, los estragos no se hicieron esperar, un problema respiratorio acabó con él; una simple neumonía dice Quinita, todo fue muy rápido, finalmente el 14 de enero de 1990 a sus 79 años, a un mes de cumplir 80 años, en el Hospital Muguerza muere uno de los grandes hombres que ha dado Monterrey, cuya obra principal hemos esbozado en este libro.

 

Su obra ha permitido a todas las generaciones de pediatras recibir el conocimiento en una forma organizada, ha dado frutos importantes mejorando los aspectos fundamentales de la salud de los niños, disminuyendo la mortalidad y favoreciendo que se respeten los derechos del niño. Nos ha legado su espíritu de servicio y el amor al trabajo, con su ejemplo cada uno de los presidentes que cada 2 años toma las riendas del Colegio se siente comprometido a continuar la gran labor.

 

Nuestro eterno agradecimiento al maestro.

@2016  Colegio de Pediatría de Nuevo León, AC

Web Master:  Dr. Manuel Ochoa Hernández